¿Una pelea puede acabar con una amistad de toda una vida? Hannah y Emory no son simples vecinas. Son esa clase de mejores amigas que no pasan ni un solo día sin hablarse. Al menos, así era hasta hace tres meses. Desde que tuvieron esa pelea en la que dijeron cosas de las que ya no pueden arrepentirse. Desean romper ese doloroso silencio que las separa, pero esos treinta y seis pasos que separan las ventanas de sus habitaciones se sienten como kilómetros. Hasta que llega esa noche fatídica, cuando Luke, el novio de Emory, casi muere. Y la persona que le salva la vida es Hannah. Mientras Luke intenta encontrarle sentido a su experiencia cercana a la muerte, se vuelve muy cercano a Hannah, quien se convierte en su mayor confidente. Por otro lado, Hannah encuentra en Luke alguien con quien puede hablar acerca de todos los fantasmas internos a los que se está enfrentando. Emory solo quiere que todo vuelva a la normalidad con Hannah. No tiene ni idea de por qué su relación está fuera de control. Pero cuando la horrible razón tras la pelea sale a la luz, los tres deben trabajar juntos para proteger a la persona con el secreto más grande.
A LA VENTA EL 21 DE ABRIL (si no hay cambios)
Me gustan los libros con premisas del estilo: mejores amigas que han dejado de serlo, no sabemos por qué, y con secretos de por medio. Por eso supe que tenía que leer este libro sí o sí. Sin embargo, he encontrado varios fallos que no me han dejado disfrutar de la lectura como debería.
Una de las cosas positivas del libro es la variedad de temas que toca: amistad, familia, amor, buscar el propio camino, el futuro, las crisis religiosas y espirituales... y alguno más que no voy a mencionar porque no quiero que os pase como a mí; ya que en la contraportada hay una fragmento de crítica que menciona algunas temáticas tratadas en la historia que me chafaron gran parte de la misma. Para mí fue un spoiler, ya que al saber que la obra hablaba de x cosas me olía lo que iba a pasar y cuál podía ser el motivo de la pelea entre las amigas y los secretos que ambas esconden.
Tenemos a dos protagonistas muy distintas: Emory, atrevida, carismática, extrovertida y pícara; y Hannah, tímida, reservada, tranquila y reflexiva. Emory ha sido mi personaje preferido con diferencia, seguido de su novio Luke. Me gustó su desparpajo y soltura, así como su relación con el chico: sus bromas, comprensión y entendimiento. Hannah, en cambio, me cayó fatal: considero que prejuzga demasiado y es influenciable, remilgada y mojigata. Por fortuna se va soltando a medida que el libro avanza y afianza su carácter.
Los capítulos alternan el punto de vista de las dos amigas. He disfrutado mucho más los de Emory, y no sólo porque ese personaje me gustara más, también porque su trama me parecía mucho más interesante. La historia de Hannah no me ha convencido: el romance me parece forzado y demasiado repentino, su trama religiosa me aburría sobremanera y no soportaba a su padre, a quién encontré manipulador e interesado.
La narración es delicada, elegante y trasmite mucho sentimiento, pero a veces no sabía dónde quería dirigirse la autora. Hay tantas tramas abiertas que a veces se desdibuja y el enfado de las amigas pierde protagonismo a ratos para centrarnos en la religión o en los problemas entre Emory y Luke. Quizá por eso, al acabar la lectura, me quedé con mal sabor de boca: sentí que no había llegado a conectar con la historia y el final me dejó triste.
Lo poco que sabemos destaca porque toca muchos temas (algunos difíciles de encontrar en libros del género) y por la pluma de la autora; sin embargo, en mi opinión flojea la historia y el modo de encauzarla.
Leyna