lunes, 18 de diciembre de 2017 Reseña: La isla de lo eterno Publicado por Leyna en 19:04

Año 1719. El Capitán Carlos Vásquez, un oficial de infantería de marina del ejército español, se ofrece voluntario para viajar a Escocia y participar junto a sus hombres y algunos clanes de highlanders en la rebelión jacobita.Lleva la intención de dejar atrás no solo su país sino los recuerdos de un corazón roto, el suyo, y comenzar una nueva vida… pero la perder sin llegar a conseguirlo.
Año 2017. Ariadna Álvarez, una joven periodista española absorbida por su trabajo, recibe la noticia del fallecimiento en Edimburgo de su hermana menor, Iveth. En un intento de ahorrarle dolor a su madre, enviudada recientemente, decide ocultarle la noticia y hacerse cargo de todo por su cuenta. Tras viajar a la capital escocesa encuentra el diario de su hermana, en el que tenía recogidos los planes de una escapada por las Highlands que solo quería realizar con ella. Sintiéndose culpable por no haber podido cumplir sus sueños, decide embarcarse en el viaje junto a Beathan, el novio de Iveth.
El punto álgido del recorrido será el castillo de Eilean Donan, donde se encontrará con el espíritu de Carlos, al que solo ella puede ver. Con la ayuda de Ariadna, el soldado intentará averiguar qué le ata al castillo y a este mundo, impidiéndole cruzar al Más Allá, mientras ambos lidian con sus respectivos problemas personales y en el proceso descubren sentimientos que nunca pensaron podrían volver a experimentar.


Ariadna es una chica inteligente, minuciosa, esclava del trabajo y muy terca. Por eso, cuando su hermana muere, nadie es capaz de sacar de su cabeza la idea de ocultárselo a su madre para evitar que sufra. Sin embargo, sí que va a Escocia y, tras descubrir el viaje que Iveth tenía preparado para cuando Ari fuera a visitarla, decide realizarlo. Beathan, el desconsolado novio de su hermana, la acompaña. A pesar del maravilloso recorrido que siguen, éste no se convierte en una auténtica aventura es hasta que llegan al castillo de Eilean Donan, donde nuestra protagonista conocerá al fantasma de un soldado español que murió allí durante la batalla: Carlos. Este personaje me descolocaba a momentos, pues tiene la educación de un caballero pero posee prontos bastante bruscos. Su situación es muy complicada cuando se vuelve consciente de que está muerto y de que nadie puede verlo o reparar en su presencia. Esa soledad de saber que tienes que pasar la eternidad en el castillo, sin nadie con quién hablar y sin saber cómo cambiar esa circunstancia volvería loco a cualquiera. Además, es igual de cabezota que Ariadna, lo que provocará varios choques entre ambos.
Como secundario debo destacar a Beathan, ya que me ha parecido encantador.

La narración es muy buena: Cristina escribe con soltura y sabe cómo describir tanto sentimientos como lugares. La ambientación es espectacular, así como el trabajo de documentación que está claro que hay detrás. Se nota que la autora tenía muy bien pensada la historia, que ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la novela y que sabe de lo que habla. Los escenarios y los aspectos históricos demuestran lo mucho que Cristina ha investigado.
Quizás el punto más flojo sea que, en mi opinión, los hilos de pensamiento resultan demasiado largos, repitiendo varias veces la misma idea y dando demasiadas vueltas a todo. Por un lado lo encuentro realista, ya que cualquiera en la situación de los personajes pensaría lo mismo y seguiría esos esquemas mentales, contemplando todas las opciones y preguntándose las mismas cuestiones; pero por otra parte, al leerlo, se me hacía pesado.

En La isla de lo eterno encontramos un original romance. A pesar de haber leído otra novela en la que una humana se enamora de un fantasma (y que de hecho tiene prácticamente la misma resolución) sigue pareciéndome diferente, ya que en los libros no suelen establecerse relaciones de esta índole.

Lo mejor de la obra es que me ha hecho reflexionar. Por los temas que trata me encontraba pensando en la vida, en la muerte, en lo que implica, en qué habrá después, en las reacciones ante la pérdida, en qué es lo que verdaderamente importa, en tomar decisiones, en el sacrificio y en aprovechar el tiempo. No es que nunca hubiera divagado sobre ello (de hecho lo hago bastante), pero las cuestiones planteadas en el libro me llevaban nuevamente a quedar inmersa en pensamientos profundos y, gracias a la perspectiva de Ariadna, a planteármelos desde diferentes puntos de vista.

El final, ains, es genial: me ha parecido precioso y muy emotivo, no pude evitar llorar al leerlo.

Leyna