Helsey solo tiene dos reglas:
*Nunca te relaciones con los chicos del equipo de fútbol.
*Nunca seas el centro de atención.
Porque Helsey tiene dos objetivos:
*Mantenerse en su zona de confort.
*Conseguir que su secreto siga siendo un secreto.
Solo hay una cosa con la que Helsey no ha contado: Tommy Taylor. Siendo concretos: Tommy Taylor y tener que fingir que son novios para que su familia no piense que es una negada total. ¿Qué podría salir mal? ¿Lo de fingir una relación? ¿Lo de hacerse amigos en el proceso? O, quizás, ¿lo de dejarse llevar? Sí, seguramente será eso último… Lo que Helsey no imagina es lo increíble que va a resultar, cuánto va a reír, cuánto va a soñar y, sobre todo, cuánto va a sentir.
Este libro ha sido una grata sorpresa y un soplo de aire fresco.
Lo que más me ha gustado ha sido la pareja protagonista: ambos me han conquistado y caído muy bien, y su romance es de 10. Una relación completamente sana y bonita, cero tóxica, y con mucho sentido del humor de por medio. El fake dating es un trope que me encanta y me ha convencido la forma en que lo ha llevado la autora.
Helsey y Tommy son dos veinteañeros entre quienes la química es palpable. Disfruté inmensamente de sus piques e interacciones; es muy divertido leer sus escenas compartidas y ver cómo va evolucionando su relación.
Estamos ante una novela romántica así que tal y como se puede imaginar tiene su dosis de drama y conflicto, pero no me parecieron problemas forzados ni metidos con calzador (como me pasa a veces en obras del estilo), sino que encontré que fueron lo justo para dar chicha a la historia sin que se regodeen en ello ni haya exceso de dramatismo.
Helsey es inteligente, astuta y con carácter. Es el prototipo de chica buena y responsable, pero sin pelos en la lengua y diciendo las cosas claras.
Tommy es un amor, ¡nuevo crush desbloqueado! Es amable y dulce, y me encanta cómo trata a Helsey. Además, sus amigos son un puntazo. Las amigas de ella no se quedan cortas: en realidad, los personajes secundarios son geniales y os harán reír a carcajadas.
La ambientación de universidad estadounidense da mucho juego: entre partidos, fiestas y clases. Todos elementos que enriquecen la trama y dan su interesante (y necesaria) dosis de salseo.
Cristina escribe con soltura y hace que el libro se lea solo. A pesar de que la longitud es extensa (la obra tiene más de 500 páginas) se lee en nada y me lo bebí sin apenas darme cuenta. Debo destacar su talento a la hora de escribir diálogos ágiles, mordaces e ingeniosos.
Como dato, también tenéis el libro disponible en formato bolsillo.
Somos invencibles es una historia (autoconclusiva) de romance muy divertida y muy sana.
La he disfrutado un montón y no puedo hacer más que recomendarla.
Leyna
