Zarela Zalvidar es una talentosa bailaora de flamenco e hija del dragonador más famoso de Hispalia. El público recorre kilómetros para verlo luchar en la arena. Pero un día, ocurre un desastre durante un espectáculo de celebración y, en esa matanza, la vida de Zarela cambia en un instante. Mientras el Gremio de Dragonadores intenta adueñarse de su herencia, Zarela no tiene más opción que convertirse en dragonadora. Pero cuando el cazador de dragones más talentoso, el irritantemente apuesto Arturo Díaz de Montserrat, se niega a ayudarla, Zarela no está dispuesta a aceptar un «no» por respuesta. Pero incluso si Arturo termina aceptando, hay alguien que anhela arruinar a la familia Zalvidar, y Zarela deberá hacer lo que sea necesario para evitar que el Gremio de Dragonadores le arrebate lo que le pertenece por derecho.
La primera toma de contacto que tuve con este libro me causó sentimientos encontrados. Fue durante la presentación de Shelby Mahurin y Stephanie Garber en Madrid, en la que también estuvo Isabel Ibáñez.
Lo primero que vi fue la portada, que me encantó. Es de ese tipo de cubiertas que te llaman a leer el libro sin saber de qué va. Sin embargo, el conocer la trama me echó para atrás: la autora contó que se le ocurrió este argumento cuando la llevaron a una corrida de toros en una de sus visitas a España. Soy totalmente antitaurina, por lo que no sabía si este libro iba a ser para mí. Peeero, la forma en la que Isabel hablaba me hizo pensar que su obra era una crítica a dicha práctica (además, me resultaba curioso que la ambientación estuviera inspirada en España).
Con ganas pero con respeto, decidí empezarlo. Y no me arrepiento.
Claramente, las referencias son muy obvias, por lo que si España o, más concretamente, Andalucía os son familiares, estaréis es vuestra salsa. Si bien es cierto que el flamenco no es lo mío y que el sur me pilla lejos de donde vivo, ha sido una experiencia interesante leer sobre una bailaora y sumergirme en algo tan cercano como estos escenarios y alimentos: la Giralda, jerez, jamón, aceite de oliva, los naranjos, las flores... Nunca un libro de fantasía se había sentido tan "de aquí".
Zarela baila flamenco, como su madre. Tras un trágico suceso durante un espectáculo con dragones, su vida cambiará para siempre. Las circunstancias provocarán que la chica vea como única salida convertirse en una dragonadora, aunque para ello necesite la ayuda de Arturo, cuya visión es muy diferente a la de ella.
Aunque me ha dado mucha rabia leer argumentos a favor de matar dragones, teniendo en cuenta que es imposible no extrapolarlo a lo que pasa en la vida real con la tauromaquia, la autora ha reflejado las dos posturas claras que hay con respecto a este tema. Considero que podría haber profundizado en una reflexión mayor, pero me he quedado satisfecha con la resolución.
El mundo de Hispalia no sólo tiene dragones, también hay magia, detalle que me gusta y que lo convierte un libro de fantasía diferente a otros que he leído por todo este ambiente españolizado.
El romance, a pesar de no ser lo principal, goza de su espacio dentro de la trama. Es un enemies to lovers donde también se da la situación mentor/entrenador-aprendiz. Zarela es una protagonista de armas tomar, cabezota hasta decir basta y muy decidida. Arturo, por más gruñón que sea, tiene una gran sensibilidad y siente mucho amor por los animales.
Isabel Ibáñez escribe con soltura y sabe crear buenos escenarios. Me ha sorprendido lo rápido que se lee la novela y lo ágil de su ritmo. Además, hay un par de plot twist que os dejarán con la boca abierta.
Lo que no me convenció es que considero que se perpetúan los típicos estereotipos que tiene el resto del mundo sobre España, cuando dichas características sólo se pueden aplicar a una parte del país. Entiendo que quizá es lo que ha conocido la autora de aquí, pero España es muchísimo más que flamenco y toros.
Mención especial para ese epílogo: es la culminación perfecta para el libro, además de emotivo.
Leyna