Solo hay algo más fuerte que el amor… el odio.
Zahra es una veinteañera con mucha personalidad y carácter, que nunca pierde la sonrisa y con el gran sueño de diseñar montañas rusas.
Rowan, un niño rico sobre el que recae una condición para heredar su parte del imperio de su abuelo: gestionar el parque de atracciones.
Aunque a él le saque de quicio el carácter optimista y despreocupado de Zahra, no podrá evitar sentir una atracción irresistible. A pesar de que ella deteste a su jefe por su fría mentalidad de negocios, poco a poco irá enamorándose de la persona que hay tras la fachada. Porque, aunque se odien, ambos comparten el amor de su abuelo por el parque de atracciones en el que trabajan. Pero quizá eso no será suficiente.
La letra pequeña es la primera parte de una trilogía en la que cada libro está protagonizado por una pareja diferente. En esta entrega nos encontramos con Zahra y Rowan. Ella es una joven soñadora, algo rebelde y extremadamente alegre. Él es un heredero rico y debe encargarse del parque de atracciones Dreamland para heredar lo que le corresponde por parte de su recién difunto abuelo.
Aunque la historia es sencilla, cumple su función de entretener, enganchar y hacer disfrutar de una obra bonita.
Lo que más me ha gustado es la ambientación: que la trama transcurra en un parque de atracciones y que los personajes vivan (y trabajen) ahí es todo un puntazo. Es como leer un romance dentro de Disneyland, y me encanta todo lo que aporta el parque y el juego que da. Añade un toque muy especial y mágico al libro. Nunca había leído una historia que se ambientara en un parque temático y ha sido una gran experiencia.
Tenemos el trope Grumpy x Sunshine de manual: ella es pura luz, un sol brillante que derrocha optimismo; mientras que él es oscuro, serio e incluso borde. Pero ya sabemos que los opuestos se atraen y en este caso no podría ser más cierto: a pesar de que Rowan rechaza todo lo que Zahra representa no puede evitar sentirse extremadamente atraído por ella. Leer a una protagonista como Zahra es un placer por su buen humor y su tendencia a no callarse nada, ya que estos rasgos hacen la lectura mucho más amena y chispeante.
La pareja principal protagoniza tanto escenas monas y cuquis como otras muy subidas de tono. Aunque el romances es slow burn y se desarrolla a fuego lento, la tensión entre Zahra y Rowan es palpable. Ambos comparten una química brutal, se nota esa tensión sexual, y su tira y afloja es muy satisfactorio y divertido de leer.
También me encantó que la obra esté contada a dos voces, que los capítulos sean cortos y que los diálogos derrochen sarcasmo. Las conversaciones entre los personajes (especialmente entre nuestros protas) no tienen desperdicio, y están llenas de comentarios ingeniosos que os sacarán varias sonrisas.
A pesar de que estamos ante una novela romántica con bastante contenido spicy, también hay lugar para otros temas, como el perseguir los sueños, la salud mental, las condiciones del entorno laboral, los traumas familiares, la diversidad...
Por último me gustaría hablar de la narración, ya que me ha gustado mucho. La autora escribe muy bien y sabe cómo enganchar desde la primera página. Además, todos los giros argumentales y el contraste entre escenas sexys, bonitas y emotivas hacen que resulte muy difícil parar de leer. El ritmo es muy fluido y, a pesar de sus 500 páginas, la historia se lee en nada.
Quiero destacar que actualmente podéis encontrar La letra pequeña tanto en rústica como en formato bolsillo.
Leyna