Para encontrar el verdadero camino, a veces tienes que perderte…
Amy no quiere que llegue el verano. Su madre ha decidido mudarse al otro extremo de los Estados Unidos, y ahora Amy tiene que llevar el coche de California a Connecticut. El problema es que, desde la muerte de su padre en un accidente de tráfico, no se siente capaz de ponerse al volante. Y aquí entra Roger, un amigo de la infancia que también debe viajar al otro lado del país, y que carga con sus propios problemas.
A medida que avanzan, ambos descubrirán que las personas que menos esperas pueden convertirse en las más importantes y que a veces es necesario dar algunos rodeos para llegar a casa.
A Amy no le hace ni pizca de gracia enterarse de que tiene que viajar durante cuatro días con un chico al que apenas conoce. Pero ella es incapaz de conducir y necesita llegar al que será su nuevo hogar, así que como Roger también tiene que ir a la otra punta de Estados Unidos, hacerlo juntos parece la mejor solución. Lo que Amy no espera es que Roger sea un chico tan mono y que él también lleve un peso a sus espaldas.
Lo primero que llama la atención al hojear el libro es la cantidad de folletos, fotografías, playlists, postales, anotaciones, recibos de compras, mapas e información
que podemos encontrar entre los capítulos de la obra. La descripción de cada lugar al que van, junto con todo el material que se incluye, facilita mucho el ponerse en situación: no resulta nada complicado meterse de lleno en la historia y disfrutar del itinerario junto con Roger y Amy, como si realmente los acompañáramos.
Tanto ella como él se embarcan en el viaje por distintos motivos; cada uno de los jóvenes tiene una razón para emprender esta aventura. Es muy bonito comprobar cómo ambos evolucionan durante el trayecto y la forma en que cada uno afronta y resuelve sus problemas; incluso la manera en que, a veces, las motivaciones cambian y lo que te lleva a hacer algo queda relegado a un segundo plano, siendo otras cosas las que empiezan a importar.
La interacción entre Amy y Roger es muy realista. Son dos personas que apenas se conocen y que se ven obligadas a pasar varios días juntos las 24 horas, pero no olvidemos que Amy ha vivido una situación traumática que aún no ha superado, por lo que se muestra callada, distante e inaccesible; lo que contrasta mucho con la personalidad afable, alegre y abierta de Roger, quién en todo momento es amable y comprensivo con ella. Ambos se van conociendo poco a poco, sin que sea nada forzado; la autora ha hecho un gran trabajo en cuanto a lo verosímil de su relación. Sin embargo, como lectora, he de decir que he echado en falta más diálogos entre ellos. Entiendo que después de lo que ha experimentado Amy no sería lógico que cogiera confianza enseguida, pero siento que sus conversaciones son escasas, lo que provocó que el ritmo se me hiciera algo lento.
La novela mantiene la intriga sobre el suceso que ha cambiado la vida de Amy, haciendo que queramos saber qué ocurrió exactamente. Ese hecho no será lo único que el lector descubra, pues Amy y Roger se toparán con gente muy interesante durante su viaje. Pasando de un lugar a otro, los jóvenes conocerán o se reencontrarán con personajes muy variopintos. Los secundarios me han resultado muy agradables, pero sus reacciones no son nada creíbles. Me cuesta mucho tragarme que gente que no conoce de nada a Roger o a Amy haga cierto tipo de cosas: algunos gestos de ciertos componentes del elenco son bastante surrealistas.
El final me dejó un sabor agridulce: por un lado es bonito y adecuado, queda claro que no puede acabar de otra manera y que el punto final está donde debe estar; pero por otra parte me habría gustado tener más información sobre algunas cosas y ser testigo de un par de conversaciones que quedan pendientes. Quería más detalles, en concreto sobre el desarrollo de la situación familiar de Amy.
Aunque no me han convencido ciertos aspectos del libro, leerlo da ganas de coger el coche y embarcarse en un fantástico viaje.
Amy y Roger 5.000 kilómetros para enamorarse me ha gustado, pero no me ha encantado como a la mayoría.
Leyna