A los veintiún años, Auburn Reed ha perdido casi todo lo que era importante para ella. En su lucha por recuperar una vida destrozada, tiene un objetivo a la vista y no hay margen para errores. Pero cuando entra en un estudio de arte en Dallas buscando empleo, no espera sentirse tan atraída por Owen Gentry, el enigmático artista que allí trabaja. Por una vez, Auburn se arriesga y se deja llevar por su corazón, pero descubre que Owen está ocultando un gran secreto. Cuando el pasado de Owen amenaza con deshacer todo lo que Auburn creía sobre él, la única manera de no arruinar la vida que apenas ha comenzado a reconstruir es sacar a Owen de ella. Para salvar su relación, Owen solo tiene que confesar, pero no puede. Porque sabe que algunas confesiones son mucho más destructivas que el pecado cometido.
La trama gira en torno a dos ejes principales: el amor y la confianza, así como el peso del pasado y el silencio de lo que no se dice.
La autora tiene un don para plasmar personajes que están rotos, que llevan cicatrices, pero aún así siguen adelante. La fuerza de Auburn, marcada por lo que ha perdido, contrasta con la vulnerabilidad de Owen, quien oculta más de lo que aparenta. Esto provoca que el lector se involucre en la historia de ambos.
Aunque es una novela romántica, no se queda sólo en lo ligero; el secreto de Owen funciona como motor de tensión, y ese misterio mantiene viva la curiosidad. Pero él no es el único que tiene sorpresas guardadas: lo que se revela de Auburn me dejó con la boca abierta. Si bien es cierto que no me gustó y que es un trope que no disfruto, no puedo negar que me sorprendió inmensamente.
El contexto del estudio de arte aporta un trasfondo diferente al típico entorno de romance contemporáneo, lo que le da un extra de originalidad. Además, la edición (en tapa dura, con sobrecubierta y cantos tintados) contiene páginas a color en el interior con los cuadros de Owen.
Lo que me chirrió es que, para mí, todo surge muy rápido, y el instalove es un elemento que no me agrada. Cogen confianza con demasiada premura y los sentimientos florecen tan repentinamente que se antoja surrealista. Normalmente la autora suele hacer este tipo de encuentros en los que la chispa es inmediata (aunque muchas veces sus protas comparten un pasado que nosotr@s, e incluso a veces un@ de ell@s, desconocemos), pero en otras obras este hecho me resultó más natural que aquí.
Es una lectura recomendable para quienes disfrutan de novelas románticas con un trasfondo más profundo. Mezcla atracción, arte, culpa, secretos y redención en un solo libro. Si estáis dispuest@s a involucraros emocionalmente, a aceptar personajes imperfectos y a que la tensión no solo venga del amor, sino de lo que no se dice, podéis disfrutarlo.
No es de los mejores trabajos de la autora. Aun así, cumple sobradamente su objetivo: entretener. Los
personajes y sus actitudes pueden gustarme más o menos, igual que las
sorpresas que nos tiene preparadas la historia, pero no puede negarse que
el ritmo es sumamente ágil y que la historia engancha muchísimo. Me duró
veinticuatro horas, y es el tercer libro consecutivo que leo de la autora que me zampo en un día.
Leyna

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